domingo, 17 de diciembre de 2017

Por la prisa

Por la prisa, no desayunamos.
Por la prisa, no hacemos el amor
ni siquiera nos damos los buenos días.
Por la prisa, aunque parezca contradictorio,
perdemos el tren, llegamos tarde.
Por la prisa, respiramos a medias.
Por la prisa, estamos sin estar,
nos echan de menos y echamos de más.
Por la prisa, asumimos como única realidad el mundo práctico,
y nada existe más allá de los quehaceres,
aunque no valgan para nada
y la muerte se lleve al fin y al cabo todas nuestras idas y venidas,
todas nuestras vidas en las avenidas del delirio.
Por la prisa, no vivimos,
y llegamos al lecho de muerte,
y es como si hubiésemos llegado al lugar en el que siempre habíamos estado,
en nuestro cementerio de cartón,
esa caja estrecha que nunca dejó pasar la luz,
por la prisa.

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